
Prometimos no morir
Sandra Sánchez
2025
Hay artistas cuyas obras son la cara pública de entramados transdisciplinares donde un tema se ronda desde una multiplicidad de saberes como la filosofía, la historia, la biología y las imágenes. El arte se vuelve un medio para investigar, para desdibujar los lugares comunes y apostar por una lectura crítica del mundo. Tal es el caso de Alejandra Alarcón, cuyas reconocidas acuarelas no son simples ilustraciones de formas dadas, sino apuestas epistemológicas y sensibles que buscan entender la complejidad de la vida material en tensión con los afectos y emociones que historiográficamente la atraviesan.
La exposición –compuesta por una serie de acuarelas en pequeño, mediano y gran formato, animaciones, videos, libros de artista y objetos– acentúa los encuentros y distanciamientos dando igual relevancia a los cuerpos (humanos, animales y vegetales) que a las fuerzas y gestos.
Alejandra, en su bitácora, tiene anotada una cita de El agua y los sueños del filósofo francés Gaston Bachelard (1884-1962) que sintetiza su postura y metodología:
“La materia le habla a Michelet por su intimidad. Michelet absorbe la vida material del agua en su esencia, en su contradicción […] Esta potencia bivalente será siempre la base de las convicciones de la fecundidad continua. Para continuar hay que reunir a los contrarios”.
El título de la muestra, Prometimos no morir, cuestiona la linealidad del inicio y el fin como momentos causales y definitivos a favor de cosmovisiones donde la materia insiste sobre sí misma a partir de interacciones complejas con otras entidades. A diferencia de los pensamientos de tierra, cuyas raíces se desarrollan para afianzarse y hacer crecer un fruto, los pensamientos de agua (de acuarela), como dice Bachelard, aceptan los movimientos y contradicciones. Su potencia bivalente no busca sintetizar el todo en el uno, sino atravesar los ciclos de fecundidad continua donde la muerte no es un final, sino un portal que cambia el ritmo al reconfigurar la materia.
Estos flujos corren entre canales, pero también junto a la tierra, haciendo de la horizontalidad del paisaje moderno –con su retícula estable y sus puntos de fuga–, un pantano. Ecosistema húmedo donde lo que crece también se mueve, donde el borde no es una frontera, sino la contención necesaria para que del agua estancada surja vida.
Aunque aparentemente podríamos llegar a la conclusión de que estamos frente a una producción fabulada, las viñetas narrativas no buscan transmitir un mensaje moral, sino la potencia, asombro y complejidad de la vida misma, donde lo líquido lleva a los encuentros y estos a la posibilidad de perder algo de lo propio –de lo uno– para entrar en contacto con lo desconocido, sea esto el amor, la muerte, el miedo, la (in)fertilidad o el propio cuerpo: huesos, órganos, sangre, tejidos y articulaciones.
Aquí, los personajes no buscan afianzar su principio de identidad desde las tecnologías del yo, sino acentuar los ensamblajes de los que forman parte. Ofelia ya no es aquella que bajo la mirada masculina sucumbe, sino un organismo entre organismos que abraza la vida en tanto abraza la muerte.
Las mujeres, sus ciclos y procesos, son igual de relevantes que las ideas de cooperación, mutualismo y parasitismo interespecie. Su presencia responde a la necesidad de posicionarse lejos de los sistemas de opresión que jerarquizan verticalmente el mundo, ejerciendo violencias innecesarias. Frente a la injusticia, el pantano. Ante la crueldad, el irresistible y potente asombro de seguir viviendo en flujo los unos junto a los otros.
Sandra Sánchez
Curadora, psicoanalista y artista
CDMX 2025
Su trabajo se sostiene en las posibilidades prácticas del arte, la colaboración y la escucha para irrumpir críticamente en las lógicas sensibles del neoliberalismo. Forma parte de Máquina Simple (grupo de investigación editorial, junto con Imaabs, Ollin Vázquez Gonzáles, Tomás Urquieta y Tamara G. Massimi), El Cuarto de los Ojos Sucios (espacio performático dedicado a la mediación, exhibición y reflexión crítica sobre pintura contemporánea, junto con Eric Valencia) y Ambient para leer (instalaciones en el espacio público dedicadas a la intersección entre el sonido, la lectura, el descanso, la escucha y el arte contemporáneo, junto con Adriana Kong y Arturo Plascencia). Edita la revista de OndaMx y es profesora de asignatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana.